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Utilización de productos de cercanía para la elaboración de nuestros platos


Con el surgimiento de la globalización y los problemas que provocan el cambio climático actual, uno de los grandes retos sostenibles para el próximo 2030 es conseguir fabricar, distribuir y consumir solo productos de cercanía para preparar nuestros deliciosos platos de comida.

Estos productos, que también llamamos alimentos de kilómetro 0, se caracterizan por formar parte de la región donde se efectúa la venta de los mismos. La recolección o producción de frutas, verduras, cereales, carne y pescado ocurre cerca del lugar donde luego los adquirimos.

Acostumbrarnos a tener disponible productos que no son de temporada ni han sido fabricados en España tiene un impacto medioambiental derivado del transporte y de la emisión de gases tóxicos. Además, nos perdemos estos 6 beneficios de usar los productos de cercanía.

Los productos son frescos y sabrosos

Como la producción de la materia prima que vamos a consumir se basa en sistemas más sostenibles y la recolección de frutas y verduras se ha hecho casi al momento, al igual que la recogida de pescado y carne, los alimentos llegan a los puntos de venta frescos.

La frescura de los productos de cercanía con los que elaboramos nuestros platos implica que tanto el sabor como la textura son más intensos, definidos y orgánicos. La conservación de estos productos es más alta que aquellos que se almacenan en cámaras frigoríficas.

Como es lógico, todos los productos que no se han originado cerca de nuestra región exigen transportarse durante mucho tiempo y recorrer muchos kilómetros, lo que afecta a la frescura de los alimentos. Esto es especialmente notable en el caso de las frutas y verduras.

Tienen más nutrientes y son saludables

En relación a la frescura y el sabor de los productos de cercanía tenemos que sumarle el alto contenido en nutrientes y lo saludables que son para nosotros. Como en el momento en que se recolectan los productos están en su punto de maduración, su poder nutritivo es alto.
 


Esta materia prima tiene un alto contenido en vitaminas, minerales y otros nutrientes que logran proteger mucho mejor nuestro sistema inmunológico que aquella materia prima que no se ha conseguido producir cerca de nuestro punto de venta o que no es de temporada.

Además, cada producto tiene que fabricarse en base a sus mejores condiciones climatológicas y teniendo en cuenta la tierra y el agua que se emplea. Estos factores solo se garantizan si los alimentos son de cercanía y se rechaza la conservación artificial o los métodos químicos.

Se desperdician menos alimentos

Cada vez que compramos productos de cercanía estamos apostando por la sostenibilidad, por la preparación de platos sabrosos y por nuestra salud, pero además estamos consiguiendo que se estropee menos materia prima fresca gracias al alto nivel de conservación de la misma.

Si hoy en día sabemos que el alarmante número del 30% de consumidores en todo el mundo desperdician comida, decidirnos por productos que han pasado por menos fases en la cadena de distribución supone reforzar la calidad de los alimentos que vamos a consumir.

Adquirir productos de cercanía implica que ya no tenemos que preocuparnos de que nuestras frutas y verduras han recorrido muchos kilómetros dentro de cámaras frigoríficas de un camión y de que este factor reduce inevitablemente el buen estado de parte de la materia prima.

Suelen ser más económicos

Los productos de cercanía del mercado requieren menos transporte y no tienen que recorrer tantos kilómetros para llegar a nuestro punto de venta como ocurre con el resto de materia prima. Por eso es que los productos de cercanía se conocen como “alimentos de kilómetro 0”.

Todo esto, sumado a que no se necesitan tantos intermediarios para distribuir los alimentos a nivel de embalaje, tiene una repercusión directa sobre el precio. Si el volumen no supera al de los productos importados de otros países, los productos de cercanía son más económicos.

El ahorro que supone adquirir alimentos de temporada y elaborados cerca de nuestra región radica en que hay menos gastos de transporte, intermediarios, embalajes, etc. A la frescura, el sabor y la sostenibilidad de los productos de cercanía hay que sumarles los precios bajos.

Reducen la huella de carbono

Como los productos de cercanía se distribuyen en los puntos de venta sin necesidad de usar una red de transporte sofisticada ni un embalaje excesivo, el traslado y la logística de los alimentos son más sostenibles, lo que repercute en la reducción de la huella de carbono.

Si todos los involucrados en la producción, almacenamiento y distribución de la materia prima de cercanía necesitan utilizar menos combustible, embalaje y medios de transporte, es lógico que las emisiones de CO2 también van a disminuir y dejamos descansar a la atmósfera.

Tras saber que en 2011 España importó alrededor de 25 millones de toneladas de productos  y produjo una media de 4 millones de toneladas de CO2, el cambio hacia una mayor responsabilidad medioambiental escogiendo productos que sean de cercanía es esencial.

Promueven la economía local

Cuando adquirimos productos de cercanía no solo estamos apostando por la sostenibilidad, también estamos estimulando la economía de nuestra región porque damos el visto bueno al comercio de empresas agrícolas que trabajan localmente para ofrecernos sus alimentos.

Los productores que preparan la materia prima de cercanía en granjas, cultivos y empresas de nuestra zona forman parte de la red comercial local, la cual determina a su vez la economía local y ayuda a mantener viva la tradición rural y la protección de la flora y fauna autóctona.

De todas las explotaciones agrarias que tienen lugar dentro de la UE, la mayor parte proceden de la labor de empresas familiares que consiguen reducir la cadena de distribución excesiva sin apenas necesitar intermediarios, contribuyendo a la sostenibilidad socioeconómica.

 

 

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