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Trampantojos, no todo es lo que parece

La gastronomía no deja de sorprendernos en los últimos años, y es que los trampantojos se han convertido en la gran sorpresa de la mesa. Sus elaboraciones culinarias tan divertidas están pensadas para causar confusión al comensal y jugar con sus habilidades sensoriales.

Veamos de qué se trata el trampantojo y algunos ejemplos de los mejores platos.


¿En qué consiste el trampantojo?

Dice Ferran Adrià, el creador del trampantojos en el archiconocido restaurante el Bulli de Cala Montjoi, que esta experiencia gastronómica original fue pensada para sorprender al comensal cuando degustaba una comida que parecía ser un plato concreto y luego resultaba ser otro.

Desde finales de los años ochenta, la idea ha sido explorar todas las posibilidades para cocinar recetas y llevarlas al límite con presentaciones visuales que tienen un factor sorpresa. Hay un plato, por ejemplo, que sabe a aceituna chupadedos y tiene un aspecto distinto.

A veces se juega con las sensaciones visuales para sorprender al comensal, pero en otras ocasiones disfrutamos de sorpresas conceptuales que invitan a presenciar una experiencia gastronómica única, donde la sensación chocante y el entretenimiento se sirven a la mesa.

¿Cómo se hace?

Cuando pensamos en el trampantojo nos imaginamos una trampa visual, donde la ilusión óptica nos juega una mala pasada. En la mesa aparecen bombones que en realidad saben a morcilla o café que, cuando toca nuestro paladar, resulta en un sabor a espárragos blancos.

Todas estas contradicciones permiten jugar con colores, aromas y texturas, trazando un camino abierto a la libertad culinaria. No obstante, hacer un trampantojo requiere el dominio de técnicas contemporáneas y fusionarlo con la creatividad propia del creador en la cocina.

Este juego gastronómico promete muchas sorpresas y diversión que causan el desconcierto total en los comensales. La originalidad y delicia de cada plato están aseguradas.

La creatividad culinaria en primer plano

El trampantojo está pensado para que los chefs exploten su creatividad. En Mugaritz, los platos que son visualmente engañosos están a la orden del día, con presentaciones tan asombrosas como SEDA Pañuelo de sake, donde observamos un hongo koji como si fuera una tela suave.

Pero hay muchos otros restaurantes donde se recurren a los trampantojos para ofrecer a los comensales una experiencia gastronómica inolvidable. El Portal de Echaurren cuenta con el talento culinario de Francis Paniego, quien diseña platos con una estética confusa al paladar.

El trampantojo ha causado tal sensación que hasta Netflix se ha animado a presentar un reality show donde los concursantes preparan pasteles con el aspecto de objetos variados: bolsos, máquinas de coser, zapatos o una antigua radio son solo algunos de los platos más deliciosos.

Todo está pensado para provocar la anticipación esperada del comensal y culminar con una degustación completamente inesperada e intensa. El uso del «playfood» no es casualidad, sino el resultado de una auténtica exploración creativa en cada aventura gastronómica del chef.

Ejemplos de trampantojos sorprendentes

Para conseguir engañar a los sentidos y confundir nuestra percepción, los chefs han probado una variedad de técnicas, métodos de cocción y moldes estéticos que resultan en unos platos llenos de trampas e ilusiones. Veamos 7 ejemplos de trampantojos que garantizan la diversión:

Meat fruit

En el restaurante Dinner, el chef Heston Blumenthal sorprende a sus comensales con un plato original que ha titulado «meat fruit». Esta curiosa experiencia gastronómica se caracteriza por la llamativa textura del parfait, que contrasta con el sabor de una gelatina ácida en el paladar.

A primera vista, observamos una mousse que parece una mandarina perfectamente diseñada con un color naranja estridente que, sin duda, llama la atención. No obstante, cuando clavamos el cuchillo, la mandarina se convierte en una mezcla de hígado de pollo y foie gras.

El sabor es ligero, frío, delicioso y nada empalagoso, lleno de contrariedades que asombran a todo invitado listo para degustar las grandes creaciones de Heston Blumenthal.

Tataki de atún rojo

El tataki de atún rojo fue creado por el chef vasco Iker Erauzkin. Lo que nos llama la atención es que, al servir este plato en la mesa, observamos lo que parece ser un tataki de atún para convertirse en una variedad de frutas de verano, entre ellas la mandarina, la sandía y la mora.

Aceitunas negras

Quizá en nuestra cara se esboce una sonrisa cuando vemos llegar a la mesa las tapas más famosas de España: unas aceitunas negras. Sin embargo, debemos ser precavidos cuando vamos a comerlas, ya que una vez más somos víctimas de lo que nuestro ojo cree ver.

En El Portal del Echaurren, Francis Paniego nos sorprende con una propuesta de sabores contradictorios: en vez de presentarnos las auténticas aceitunas negras, detrás de su perfecta apariencia encontramos una gelatina de licuado hecha con queso y anchoa en aceite de oliva.

Cappuccino

Los amantes del café expreso con leche montada podrían pensar que están ante un auténtico cappuccino. Cuando Paula, su creadora, lo sirve en la mesa, nos topamos con otro trampantojo que parece una cosa y es otra: se trata de una crema de setas con queso y nuez moscada.

Galletas Oreo

Un plato que parece dulce y resulta salado es el de las galletas de oreo, que podemos degustar en el restaurante Alma de Pamplona. Estas galletas oreo no contienen chocolate, galleta ni están rellenas de nata. Son unas tapas hechas de calamares en su tinta y queso roquefort.

Morcilla

Si vamos al restaurante El Jardín, en España, podremos disfrutar del menú que ha preparado la chef Maca de Castro, merecedora de una estrella Michelin. Uno de sus platos parece una morcilla, pero al degustarlo nos topamos con el sabor de las gambas rojas en lugar de cerdo.

Ferrero Rocher

El ferrero rocher se ha convertido en un bombón italiano con sello propio. En lugar de tomar un barquillo relleno de chocolate y avellanas, estamos ante un curioso plato elaborado con una crema de foie gras. No es casualidad, por tanto, que el chef lo haya titulado Foie gras Rocher.

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